29 Mar El efecto yoyó o rebote de las dietas pueden dañar el corazón
Las dietas milagro tienen multitud de inconvenientes, aunque quizás los más preocupantes sean principalmente dos. Por un lado, que a menudo conllevan una gran falta de nutrientes, por dejar fuera grupos de alimentos muy importantes. Por otro, que se produce el conocido como efecto yoyó o rebote, cuando todos esos kilos que se han perdido con tanto esfuerzo vuelven con unos cuantos nuevos de regalo. Esto puede ser muy frustrante, pero eso no es lo más grave, pues un equipo de científicos de la Universidad de Georgetown acaba de demostrar que, al menos en ratas, ese rebote puede aumentar notablemente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o metabólicas.
La investigación en cuestión se presentará en los próximos días en la reunión de Biología Experimental del congreso anual de la Sociedad Americana de Fisiología, que comenzará en Filadelfia.
Es importante tener en cuenta que el estudio aún no se ha publicado y que solo se ha realizado en ratas. Pero, aun así, sus conclusiones sobre el efecto yoyó o rebote dan, como mínimo, motivos de sobra para estudiarlo en mayor profundidad en humanos. Al fin y al cabo, esa subida y bajada constante de peso es algo que viven millones de personas en el mundo. Cuanto mayor sea la profundidad con la que estudiemos sus efectos, mucho mejor.
Durante mucho tiempo se ha sospechado que la ganancia y pérdida periódica de peso podría ser peligrosa. Un estudio publicado en los 90 desmintió que fuese así. En él se describe que “no hay efectos adversos de los ciclos de aumento-descenso de peso en la composición corporal, el metabolismo de reposo, la distribución de grasa corporal, o la futura pérdida de peso exitosa”. También se señala que no hay evidencias científicas de que aumente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Ante estos resultados, durante un tiempo se dejó de temer al efecto yoyó más allá de sus implicaciones psicológicas. Pero sus problemas eran tan evidentes que no tardaron en salir a la luz. Más tarde se observó que el efecto yoyó o rebote derivado de hábitos como las dietas milagro aumenta el riesgo de padecer osteoporosis y determinados problemas hormonales. Estos, a su vez, incrementan el riesgo cardiovascular. Volvía a demostrarse lo que se desmintió en los 90. Y la cosa no se quedó ahí, pues poco a poco se fueron publicando nuevos estudios que evidenciaban la existencia de más posibilidades de tener un fallo cardíaco.
Ahora, este nuevo estudio ha analizado la situación a fondo usando 16 ratas, que se dividieron en dos grupos. En el primero recibieron una dieta normal, mientras que las del segundo tuvieron tres ciclos de alimentación restringida a un 60% menos de las calorías que solían recibir. Tras cada uno de esos ciclos, seguían tres semanas de vuelta a la dieta normal. Lógicamente, esto condujo a un efecto yoyó en el peso de los roedores. Pero, además, disminuyó su función cardíaca y renal después del experimento.
Por otro lado, las ratas que tuvieron ciclos de restricción calórica mostraron una gran resistencia a la insulina. Esto provoca una respuesta disminuida a la absorción de glucosa y, con ello, un aumento de la probabilidad de desarrollar diabetes.
En definitiva, según ha explicado en un comunicado la autora principal de la investigación, Aline M. A. de Souza, “a pesar de que los animales parecen estar sanos después de la ‘recuperación’ de la dieta, su corazón y metabolismo no son saludables”. Por lo tanto, por si no fuese bastante lidiar con lo que el efecto yoyó hace a nuestra mente, esta consecuencia de las dietas milagro también nos puede afectar a otros muchos niveles. Más motivos para forjar una buena educación nutricional y dejar los milagros en Lourdes. Si acaso.
Fuente: Hipertextual